EXPERIMENTO CARCELARIO

LOS PRESOS DE ZIMBARDO




Agosto de 1971, cinco días después que el Psicólogo Philip Zimbardo culminó el estudio con sus reos. Fue en Stamford, en una cárcel simulada, donde exponían a la típica situación de humillaciones y vejámenes, en que incurren las costumbres de la sociedad militar. Lo que se midió, fue la conducta de hombres buenos en lugares malos. ¿Cómo triunfa el mal según la situación en que el azar del destino sumerge  a los individuos? Lo primero, es crear la situación, para generar el entorno que logra despojarnos de nuestra condición de seres individuales; para ello se asigna un número. Solo vemos el producto final, pero todo es un proceso que va acelerando según la intensidad por quienes mueven los resortes del albedrío.

Imagínate. Que ya no te llamas Pedro o Juan; sino prisionero número 673. Gradualmente los jóvenes voluntarios fueron cambiando de actitudes a medida que la crueldad iba haciendo estragos. Todos eran un grupo de estudiantes, que en medio de la turbulencia, formaban rebeliones y por cámaras filmadoras observaron el cómo es el proceso del mal.  Una de las conclusiones más relevantes, es que hay maldad creada por la situación. Afirma Zimbardo que el mal es simplemente ejercer un poder destructivo.

 Los espontáneos a guardias actuaban como los que posiblemente corregían a través de crueldades y perversiones a los reclusos: Los sacaban a bailar, insultos constantes, despojados de espíritu, simulaciones de violación sexual, gases de distintas formas.  La rebelión, muestra que la situación en que somos expuestos crea rápidamente un mecanismo de defensa.

Arrancaron los números asignados a su persona, porque se obstinaron de ser anónimos.  Insultaban a los guardias. La pasividad había perdido la luz. Al momento los guardias acudieron a Zimbardo para ver que decisión debían tomar. Pero el propio Zimbardo nunca pensó que él mismo había pasado a ser el alcalde de la prisión. Al ver los videos, se percató que cuando entraba a la sala de presos, lo hizo caminando con sus manos cruzadas atrás, postura corporal típica de militares, profesores y personeros que de una u otra forma ejercen el mando.