SI ME TOCAS TE DENUNCIO
Al siglo XX se le llamó
estelarmente – El siglo de las luces-, no en vano por numerosos avances
llevados a la práctica, como las comprobaciones moleculares darwinistas y la
sonada era atómica, donde se cambiaba la viruela y la peste, por el cáncer y el
sida. Páez tuvo unas bolas bien puestas para enfrentar a Morillo y sus
realistas, pero hoy, las tetas son el gran símbolo de la mujer Venezolana. Una
diva del Facebook dijo que la venezolana que no tenga tetas, o está loca o
desempleada. Pero, la patria en nombre de un sorprendente empoderamiento, les
otorgó un conjunto jurídico de estatutos, que parecen ser algo arbitrarios.
Incontables a cada esquina los rumores por quienes ejercen los ficheros Públicos, ensanchados y puntiagudos como las Tetas de
María Guevara, andan a la espera de la sentencia porque al jurisconsulto ya le parece dantesco el asunto. Prohibido
decirles una mala palabra, ni si quiera insinuarles reticencia, porque enseguida, los
pechos van sueltos de blasfemias al inspector para dejar constancia del
chivatazo.
Las ubres son tan provocativas, que pican adelante lanzándole cualquier ofensa al macho, y pobre si éste cae en el sostén de la cizaña y la provocación. Entonces, apuntan en la denuncia: -Señor juez, me dijo ramera, sucia, rata, sorra, barragana, mal polvo, bombera-, y sacan su celular, cual fehaciente prueba con mensajitos de quien sabe amiguita para inculpar al que les venga en gana. Ya olvidaron aquella fémina de origen árabe que en plena revolución mujeril, gritó que por fin decía -YO-. Lo que algunos sociólogos aseguran que actualmente, ellas, se niegan a decir "Nosotros" en cualquier relación. (Con lagrimeo incorporado)
Las ubres son tan provocativas, que pican adelante lanzándole cualquier ofensa al macho, y pobre si éste cae en el sostén de la cizaña y la provocación. Entonces, apuntan en la denuncia: -Señor juez, me dijo ramera, sucia, rata, sorra, barragana, mal polvo, bombera-, y sacan su celular, cual fehaciente prueba con mensajitos de quien sabe amiguita para inculpar al que les venga en gana. Ya olvidaron aquella fémina de origen árabe que en plena revolución mujeril, gritó que por fin decía -YO-. Lo que algunos sociólogos aseguran que actualmente, ellas, se niegan a decir "Nosotros" en cualquier relación. (Con lagrimeo incorporado)
Ojalá y suene
escualidoso que al parecer en este -Estado- de cosas, no vallan a confiscar las
canchas de bolas. De ser así, veremos por larga jornada, riñas entre tetas con
rango legítimo en curso, mientras nosotros los varones quedamos relegados a una extraña
expectación de segundo plano.
¡Qué bolas!
¡Qué bolas!