LOS RUIDOSOS
T.s.
Eliot se formuló en uno de sus versos la interrogante:
¿Dónde está
la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información? ¡Veamos!
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información? ¡Veamos!
No es menos criticable que a falta de silencio y tranquilidad vivimos a
diario repletos de información la cual siempre rosa lo escandaloso. El
psiquiatra Abel Sanchez Pelaez le coloca el mote de “criptopatología colectiva”, un hecho
lamentable para las generaciones que se levantan a las sombras de la bulla que
a granel los propios medios cultivan y al individuo ya le parece divertido y
hasta normal lo anormal. Un accidente donde los cuerpos ensangrentados
tendidos, el impelable porno con la chama sexi cuyos berrinches campean en las
redes, y formas de control no caben, porque si el estado busca el control,
entonces cambian la sintonía para la idolatría al jefazo. Sin ir muy lejos, la
condena a pena capital de Sadan Husein subida en un dos por tres a la
web por sus propios verdugos y así se ha ido enraizando el culto al escándalo.
Falta algún filtro que permita a la plataforma virtual verificar el contenido
de lo subido. Mientras tanto muchos corean que siga la fiesta.
Nos acostumbramos al escándalo, y hasta parece chévere. ¿Cómo escuchar
las reverberancias de nuestras musas interiores? Con un estado envilecido por el culto ruidoso
de esos hombres que agazapados en una reiterada libertad embrutecen a sus
séquitos y adulones con el brutal licor del resentimiento a los que ya nacieron
resentidos. ¿La causa de tu pobreza es culpa de aquel quien posee tres
viviendas? Oímos afirmar. Ya poco importa fomentar el culto al héroe cuando en
realidad solo demandamos menos torpeza a la hora de hacer y legislar. ¿Quién dice
qué? ¿A quién? ¿Con qué efecto e intensión? La psique colectiva anda un poco
trastocada por la rutina del alboroto, unos ocultando los desafueros, otros
sacando del desmán un guateque trivializado con promesas y promesas de que en
el mañana las cosas van a mejorar. Nada de eso.
La novedad venga de donde venga si no trae ruido no causa interés. Unos
embobados por los Juan Bimbas del poder, otros, aprendiendo el bosquejo
de la universidad creyendo y pensando que los teoremas serán aplicables a este
ordenado desorden en que vivimos. Hoy, metidos de cabeza en el black berry, en
el twitter, el facebook y otras redes sociales más, solo se busca la noticia y
la noticia, lo divertido, dificultando encontrar algún espacio que nos devuelva
las tendencias reflexivas que en otros tiempos rebosaban.
Vanguardias como el “Techo de
la Ballena” que buscaron en su momento (1.961) despertar esa parte
dormida de la gente oprimida por el factor externo de la policía persecutoria
de Rómulo Betancourt, arrancar conciencias muertas, sembrar dudas de lo
aparentemente oficial y así con una puerta artística entre escritores y
pintores dejaron al ciudadano valores de suspicacia y escepticismo ante los
modismos o colores políticos del momento. Hoy, ni cenizas que recoger. Ello
tiene una lectura vigente. Si Rufino Blanco Fombona hubiese nacido en estos
tiempos, tendría un Blog, quizá su -hombre de hierro- no estaría en
anaqueles empolvados, tal vez, estuviese de lleno en el teatro o en el cine
haciendo sátiras alusivas a los resortes del poder con un Crispín Luz
trajeado en rojo con verruga en la frente.
Incuestionable es el
avance que nos proporcionó internet tanto a personas Naturales como Jurídicas,
aunque, toda esta susodicha inteligencia artificial ha generado el paradigma de
lo inmediato, de lo impactante en pocas palabras y con escaza prolongación para
disertar sobre sistemas complejos. Nicholas
Carr, estudiante de Literatura de Harvard, escribió el Libro:
-Superficiales, ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Taurus 2011). Indefectiblemente Nicholas
Carr concluye que es imparable la robotización humana a expensas de la
inteligencia artificial que promete logros trascendentes. Vemos a pensadores o
profesores recalcitrantes, asegurando que sentarse a leer un libro de palmo a
palmo no tiene sentido puesto que la –información-
deseable está lista en la web. Insisto que es aberrante que un respetable
maestro de aula diga y crea que uno lee solo para informarse. Se comenta que
por la literatura medimos el progreso de una nación. Inglaterra y el Hamlet, Francia con Balzac y tantos otros, Venezuela con Lanzas Coloradas de Uslar Pietri y esta siembra de la nada
petrolera que nos remite a un hospital de quejas inaplazables.
Cazapantallas y
reclamistas sin el menor rubor, impregnan la Tv con sus rebuscadas palabrotas y
lenguas afiladas echándole más leña al fuego, con el parche en el ojo, la pata
e’ palo buscando cornisa en la opinión pública. Se nos escurre el tiempo
preciado en sabidurías populares que solo buscan complacer al mandón del
momento, señor Eliot.