SOLEDAD: TERRORISMO ESPIRITUAL
Hace días merodeaba por una vulgar tasca y entablé diálogo con un chino. Luego de unas cuantas copas me dijo: Estoy cansado de masturbarme… sólo, estoy completamente solo, susurraba en su defectuoso estribillo. Ya sabemos que querer y ser queridos, es nuestro vital deseo humano, porque sino, esas miles de canciones que evocan la querencia hasta después de la muerte, no tendrían sentido alguno. Pero, ¿Qué pasa con la gente últimamente?
Psicólogos y sociólogos, estudian un mundo saturado de ofertas que pretenden llenar nuestras vidas, pero al fin y al cabo, están totalmente convencidos de que la gente se siente, y está sola. No solamente vemos solitarios en plazas, y, a vejetes sin socorro, también, a los chamos y jovencitas inmersos en tendencias y modismos, arguyendo salir un poco del fastidioso régimen hogareño, en miras de divertirse. (Emos, chat, adicciones y cuanta tendencia de nuevo cuño les venga)
Entiendo que la mayoría de los individuos, necesitamos momentos de soledad como parte de una terapia psicodinámica, para calmar y poner en su sitio nuestras resacas existenciales, (comúnmente llamado: encontrar el extraño sentido de vivir, lo que muchos, quizá, ni atinan en el trabajar, producir y consumir) ¡Y si la soledad se prolonga qué!
Anexarse a grupitos sería otra alternativa, empero, expuestos a razonamientos disolventes, con algunos maestros afirmando que uno debe estudiar solo para informarse, y repetir como cotorras lo que copian y pegan del wikipedia y de monografías. Craso error. El efecto, es la pérdida de capacidad prolongada de reflexión, y una acelerada caída de la creatividad. De ves en cuando, hay que indagar a la antigua con los libros prehistóricos para no olvidar el arte de reflexionar.
También entendemos aquello de que el hombre es un animal político, pero con el paso secular del tiempo, las cofradías, los gremios y asociaciones como parte de institución social, se han visto ultrajados por elementos mitológicos comunitarios. Por ejemplo: a la traza de Morín, que la idea de nación genera un sujeto, que a su vez, es un símbolo omnipotente, especie de guía que carga una serie de dotes psíquicas. Entonces, detrás de cada bandera se esconde un hombre, un salvador, aquel que viene a redimirnos con su buena nueva. Efecto mórbido posterior, si el hombre por cualquier circunstancia se infecta de sífilis, pasa a ser una hecatombe colectiva. La enfermedad de uno significa la salud de todos. Esto deja mayor soledad a su paso, puesto que la abnegación, la vileza, el aislamiento, la angustia, el miedo a la profundidad del sentimiento y la falta de alegría, son las taras que trajo la modernidad.
Preferiblemente, cuando andes en sociedades, hay que pensar que los líderes propicios son aquellos que no inventan caminos ideales, sino, los que ofrecen diversas sendas para que te desenvuelvas y trates de apaciguar la inclemencia de un destino solitario, sin manipulaciones.